Trabajador del campo, Teodoro estaba casado con Catalina Quirós Ríos, fallecida hace unos años, hija de José Quirós Gil, asesinado por las fuerzas franquistas el 26 de febrero de 1937. Teodoro y Catalina eran padres de tres hijos: Pedro, Isabel y Josefa. El Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar quiere expresar públicamente su dolor por la muerte de Teodoro y darle el pésame a toda su familia.
Teodoro Moya era un fiel colaborador del foro. Estaba siempre en cuantas actividades ha organizado esta asociación en Castellar de la Frontera en los últimos años y nos ha dado una información muy valiosa en cuantas entrevistas le hemos hecho a lo largo de los últimos años. Teodoro había nacido el 30 de abril de 1930 en Castellar, hijo y nieto de trabajadores del campo. En 1936 participó con su familia y la mayor parte del vecindario de Castellar en el éxodo para huir de las tropas fascistas. Eso les llevó primero hasta Jimena y luego hasta Málaga y Almería. Teodoro narraba con mucha precisión y sentida emoción lo sufrido como niño en las carreteras por las que su familia llegó andando y en burro hasta Murcia. Describía con claridad los bombardeos de los barcos franquistas Cervera y Canarias sobre la población civil y las ráfagas de ametralladoras que los aviones disparaban sobre hombres, mujeres y niños en vuelos rasantes. Narraba con sencillez cómo las carreteras se iban llenando de heridos y de cadáveres, cómo se agolpaban los refugiados en Almería y cómo llegó su familia a Murcia. Allí fueron acogidos por otra familia que tenía una huerta y en aquel lugar vivieron hasta el final de la guerra. Pedro Moya, su padre, estuvo preso unos meses al acabar la contienda, pero pronto salió en libertad.
En las actividades del foro siempre ha acompañado a Teodoro, Inés Sierra, su cuñada, esposa de su hermano Miguel, que era hija de Antonio Sierra León, trabajador del campo asesinado en Castellar por las tropas franquistas también el 26 de febrero de 1937, poco después de que, como la mayoría de asesinados en este pueblo, volviera de Málaga creyendo en la falsa promesa de las autoridades franquistas de que no habría represalias contra la población huida. Teodoro repetía que su suegro, José Quirós Gil, y otros vecinos de Castellar asesinados, habían sido enterrados en una fosa común en la dehesa del Olivar, en terrenos de la finca de La Almoraima, ya en dirección a Jimena.
Teodoro y sus hijos participaron en varios de los actos del homenaje a las víctimas del franquismo que el foro organizó, en colaboración con el ayuntamiento de Castellar, los días 22 y 23 de septiembre de 2017. Él asistió e intervino en uno de los coloquios organizados con historiadores e integrantes del foro e insistió en su información sobre la fosa común del Olivar, en la que aseguraba que había varias personas enterradas, además de su suegro. Otros informantes del foro, vecinos de Jimena, nos han dado testimonio sobre esta fosa en otras ocasiones.
El Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar lamenta que Teodoro haya muerto sin ver cómo son localizadas las fosas comunes de las víctimas ni cómo se eliminan del callejero de Castellar los nombres de colaboradores de la dictadura. El ayuntamiento y la Diputación de Cádiz no han hecho lo que deberían haber hecho en 2023: localizar las fosas comunes mediante sondeos arqueológicos en el cementerio del castillo, donde en 2022 pasó el georradar un equipo especializado de la universidad de Cádiz. El ayuntamiento tampoco ha hecho realidad una solicitud registrada el pasado mes de septiembre para que el pleno municipal elimine los nombres de una plaza y dos calles del pueblo y los cambie por otros que cumplan con la ley y no ofendan a las víctimas del franquismo ni a sus familiares.
Las investigaciones del foro han puesto nombre a veinticuatro vecinos de Castellar asesinados por las fuerzas franquistas a partir de 1936. Casi todos eran jornaleros, carboneros o pequeños agricultores, uno era chófer y uno era lechero. La mayor parte de los fusilados habían huido en agosto del 36, como la mayoría del pueblo, a Málaga cuando las tropas fascistas llegadas de África cercaron el castillo. La mayoría de los veinticuatro vecinos fueron fusilados en febrero o en marzo de 1937 cuando regresaron al pueblo tras la caída de Málaga en manos fascistas.