PLAZA DE ARMAS

Nostalgia de los alcaldes de barrio

Servidores de la comunidad vecinal en todo momento. Conocedores de la problemática de su entorno y cercanos a cada convecino. Eran los alcaldes de barrio, los alcaldes pedáneos, los llamados celadores en otro tiempo.

Una imagen de archivo de Lara Menacho en su época de alcalde de Taraguilla

Antonio Pérez Girón

No hace mucho fallecía José Lara Menacho, que lo fue de Taraguilla durante un largo período. A Pepín Lara lo mismo lo veías lanzar cohetes en la fiesta de San Juan que marchar camino del depósito del agua para comprobar una avería que afectaba al vecindario. De esa pasta también estaba hecho el entrañable Pepe Córdoba, alcalde de Puente Mayorga que nos dejó muy pronto. Lo vi de madrugada en plenas inundaciones, cuando a la mañana siguiente tenía que trabajar en la fábrica. O el combativo Jesús Fernández Gavilán, primer alcalde de la democracia. A Jesulete lo recuerdo al frente de protestas por la mejora de su querido Guadarranque.  Una de las manifestaciones más recordadas fue la que organizó en horas nocturnas y portando velas los asistentes, con motivo de los continuados cortes del abastecimiento eléctrico que padecía el vecindario. En una ocasión, con acuerdo de los vecinos en asamblea, decidió suspender la habitual velada de verano, para que el dinero que ello importaba, fuera destinado a mejoras de infraestructuras de su querida aldea.

Son algunos de los que conocí, pero podría ser cualquier otro de las localidades que conforman el municipio sanroqueño. Gente generosa que vivía de su trabajo habitual, muy lejos del concepto de político actual.

Los tiempos cambian y ya en el último tramo del siglo pasado se les denominó representantes de la Alcaldía, incorporándose las primeras mujeres. Luego pasó a ser asumida esa responsabilidad por concejales del equipo gobernante en cada caso y abarcando a la totalidad de una zona o distrito, siendo también personas pertenecientes a cada uno de estos lugares.
Los servicios municipales se diversificaron, aumentaron los medios personales y materiales, descentralizando una parte importante de las prestaciones.
Queda lejos la figura de los pedáneos que se debatían en la lucha diaria por mejorar la calidad de vida de sus poblaciones respectivas, personándose en muchas ocasiones en el Ayuntamiento en demanda de una solución para un determinado problema comunitario. Preocupados siempre por el día a día de sus vecinos, quienes tenían en ellos el referente más inmediato para sus reivindicaciones.
Los tiempos son otros, claro. Pero merecen, al menos, el reconocimiento que se les tuvo en sus pueblos, de los que ya son parte de su historia.

 

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