Las medusas en nuestras aguas han ido pasando de ser un “ligero” contratiempo durante la época de baño hasta ser un fenómeno continuo que ha comenzado a afectar a industrias importantes del Mediterráneo, como el turismo.
Las medusas arrastradas por las corrientes a la costa están proliferando más en los mares cerrados como El Mediterráneo.
El ser humano es el principal responsable de estas alteraciones, ya que con sus actividades ha provocado una alteración en el ecosistema marino.
“Estamos exterminando a los depredadores de medusas como el pez espada, pez luna, la tortuga marina… que ingieren grandes cantidades de ellas. A pesar de que la tortuga marina es una especie protegida, se pescan de forma accidental, sólo en la costa mediterránea más de 25.000 al año”, afirman los conservacionistas.
La sobreexplotación pesquera ha reducido las poblaciones de peces acabando con competidores naturales de la medusa.
Verdemar Ecologistas en acción señala que “no paramos de aportar nutrientes a las costas del Mediterráneo, vertiendo aguas residuales, nitratos procedentes de la agricultura intensiva, aumentando el plancton del que se alimentan las medusas”, de ahí las consecuencias que estamos viviendo.
Para los ecologistas, no hay que olvidar el aumento de la temperatura debido al cambio climático. El calor hace que estos animales encuentren cada vez más zonas aptas para reproducirse acelerando dicho proceso biológico.
Por otra parte, las extracciones de agua y la poca pluviometría ha disminuido el caudal de los ríos. Esto hace que llegue poca agua al mar y se reduzca la salinidad.
El cinturón costero que impide que las medusas se acerquen a la orilla se perdió hace años con la esquilmación de nuestros ríos y su caudal ecológico que desembocaba en el mar.