El nieto de Blas Infante continuó: “A mi abuelo lo mataron, pero es uno más de los miles de andaluces a los que los franquistas quitaron la vida. En este salón hay muchos de vosotros con familiares asesinados o represaliados y mi abuelo es uno más de esos miles de andaluces víctima del franquismo. Es a ellos a quien hay que recordar y hacerles justicia”.
Hijo de Alegría, la hija menor de Blas Infante, Estanislao Naranjo explicó que su madre se quedó huérfana cuando tenía diez meses y que la mayor de los cuatro hermanos, Luisa, ¬–los otros dos eran María de los Ángeles y Luis Blas¬– tenía entonces ocho años. “Pese a todo, mi abuela tenía medios y en nuestra familia no se pasó hambre. Mucho peor lo pasaron tantas y tantas familias andaluzas”, agregó. El nieto del fundador del andalucismo sí recordó la crueldad del gobernador militar golpista de Sevilla, Pedro Parias, tío de Angustias García Parias, esposa de Blas Infante, cuando se negó a perdonarle la vida al esposo de su sobrina.
“Ella fue a ver a su tío, a pedirle clemencia para su marido, pero él se negó”. Estanislao Naranjo recordó que Blas Infante, entregado a la defensa de los jornaleros y de los trabajadores, era un desclasado, un traidor a la clase latifundista de la que formaba parte la familia de su mujer. Esa inquina por haberse convertido en un desclasado, unida a las malas relaciones personales de Infante con su familia política, propició que él, como tantos miles de andaluces, se convirtiera en una más de las víctimas del plan de exterminio planificado y ejecutado por los sublevados contra quienes consideraban enemigos. “A eso tenemos que añadir que era republicano, nacionalista andaluz, o andalucista y masón”, recordó su nieto.
Dolores García Caparrós, hermana de Manuel José, muchacho de 18 años asesinado en Málaga en 1977 en la manifestación por la autonomía de Andalucía, agradeció el recuerdo y el cariño que su hermano sigue recibiendo todavía en todos los municipios andaluces. Acompañada por Francisca y Purificación, Dolores recordó que a su hermano lo mató un policía armado el 4 de diciembre de 1977 y que, 44 años después, aquel crimen sigue impune. Añadió que sigue confiando en que llegará el día en que se sepa quién lo mató y se haga justicia y expresó su solidaridad con todas las familias que tienen a madres, padres o abuelos asesinados y las animó a seguir luchando por recuperarlos, por la verdad y la justicia.
José María Ayala Bedoya, miembro del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar fallecido en enero pasado, recibió también un homenaje en el acto. Su amigo y compañero del foro, Felipe López Agüera, recordó sus años de juventud y militancia en la CNT, o su dedicación a las tareas de recuperación de la memoria histórica en La Línea y la Casa de la Memoria La Sauceda. Agüera entregó a Rosa Cañamero, viuda de Ayala, un obsequio conmemorativo del homenaje. Sus hijos Óscar y Rodrigo, otros familiares y amigos de José María asistieron al acto y recibieron el calor emocionado de los presentes.
Andrés Rebolledo, presidente del foro, afirmó que el movimiento memorialista, gracias al empuje de los familiares y a la colaboración de muchas personas, ha avanzado mucho más en los últimos años que en toda la etapa posterior al final de la dictadura y la transición. Rebolledo recordó, en el quinto aniversario de la Casa de la Memoria, a todas las personas, algunas ya fallecidas, que tanto han trabajado y aportado para que esta casa sea una realidad pujante reconocida en toda Andalucía.
El público que llenó el salón de actos de la casa uso mascarillas anti Covid 19 y algunas personas tuvieron que quedarse en la biblioteca aledaña para no abarrotar el aforo. Asistieron personas de todo el Campo de Gibraltar, Gibraltar y Cádiz, entre ellos el alcalde de Castellar de la Frontera, Adrián Vaca. El homenaje a Ayala estuvo ilustrado con un homenaje audiovisual en su memoria. Los de Blas Infante y García Caparros incluyeron la proyección de partes de documentales que cuentan sus vidas. Los familiares de los homenajeados fueron también obsequiados con tartas de piñonate, el dulce típico de Jimena.