Se inició en los años sesenta del pasado siglo en el diario Área y su referente fue el granadino Ideal, que compraba cada mañana.
Nacido en el seno de una humilde familia, su madre tuvo que firmar una autorización que le permitiese trabajar, pues tan sólo contaba catorce años. Se propuso aprender el oficio y comenzó a acercarse -con timidez y admiración- a la gran mesa de montaje de plomos y años más tarde a las mesas de transparencia donde se montaban las páginas a papel. “Aprendí de los periodistas veteranos a rebuscar titulares y subtítulos, y que encajaran perfectamente en el molde de plomo. Para mí era una habilidad periodística que admiraba y que estaba dispuesto a aprender”, rememora el periodista.
No tardó en desenvolverse en la impresión tipográfica y la redacción periodística. “Un mundo fantástico del que fui testigo directo de su muerte cuando llegó el sistema de impresión offset y hubo que aprender el manejo de los ordenadores de bola IBM, la telefotografía, el montaje de páginas a papel y el proceso de laboratorio de fotografía”. Tampoco fue ajeno a los entresijos de la lógica competencia profesional entre los distintos medios con presencia comarcal.
Aquel muchacho -comprometido antifranquista y gran aficionado al flamenco-, atrapado ya por la pasión periodística, también tuvo su propio proyecto. Hacer un periódico con las limitaciones que podía permitirle su modesta economía. Quiso comprarse una multicopista que podía traer desde Sevilla un vendedor de tinta. La idea era crear una publicación al estilo de la entonces popular Goleada. En ella se recogían los resultados de las dos primeras categorías de fútbol. Proyectaba un folio por una sola cara donde con varias líneas a pie de página incorporaría los resultados del equipo local de la Balona.
Con ese objeto aprendió mecanografía en la academia del profesor Campo y aunque no consiguió ahorrar el dinero suficiente para la multicopista, sí logró adquirir una máquina de escribir, donde comenzó a practicar titulares de noticias inventada y a escribir artículos y reportajes de La Línea y Gibraltar.
En los años ochenta del siglo pasado impulsó distintas publicaciones en el ámbito del flamenco y del cómic. Y de la letra impresa al mundo de la radio y la televisión. En estos medios se encargó de producir, dirigir y presentar espacios centrados en las tradiciones y la música andaluza, así como de voluntariado social. En este último campo, gracias a la labor desplegada en su espacio radiofónico “Voluntariado”, obtuvo el premio de periodismo que otorga la Junta de Andalucía. Un intenso trabajo que alternó con el reportaje y artículos de opinión para la prensa escrita.
A inicios de 2000 entró en la Universidad de Málaga para estudiar periodismo. “Comencé a estudiar con la misma ilusión de aquel joven que con catorce años descubrió el mundo del periodismo”, explica Moreno, pero tras el primer año no pudo continuar, “por falta de un reglamento universitario que regulase a alumnos soñadores y mayores compaginar estudio, trabajo y familia”. En cualquier caso, no lo necesitaba. José Luis Moreno era ya periodista veterano, curtido en las largas madrugadas de redacción, venciendo obstáculos de todo tipo. Siendo testigo de momentos complicados e ilusionantes en el mudo de la prensa y períodos nuevos donde también demostró su sapiencia -fue contratado expresamente para la participación técnica de la puesta en marcha en el diario Melilla Hoy-. Un periodista de raza del que muchos jóvenes que se inician en este apasionante oficio tienen mucho que aprender.