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El deterioro del servicio de Correos en San Roque y algo de su historia

Si se recurriese a lo que en las redes sociales se ha impuesto con la denominación de meme, se podría decir que el único cartero en plantilla fija en San Roque es el “real”, el que llega todos los años para recoger las cartas que los niños dirigen a los Reyes Magos.

Tiempos pasados. El popular cartero Francisco Partal (a la izquierda) y su compañero Mario en las oficinas de San Roque. (Cedida familia Partal)

Pero la realidad no puede transformarse en mera caricatura. No es que la ciudad carezca de esa obligada prestación, sin embargo, es cierto que desde hace cuatro años asistimos a un evidente deterioro en lo que al reparto se refiere. 

Desde hace cuatro años la oficina de Correos -empresa pública estatal- perdió competencias como puede comprobar cualquier ciudadano. Si esperan correspondencia que puede ser importante es mejor que se dirijan personalmente a la estafeta sanroqueña y de allí se interesarán ante La Línea, donde desde 2020 se centralizó la logística y de donde se trasladan los repartidores.

La cuestión fue planteada en su día como una mejora, pero ha sido todo lo contrario. Muchos ciudadanos -entre los que me incluyo- pueden dar testimonio de ello. Y no se debe a los escasos trabajadores con destino en la localidad, a los que en todo momento hay que reconocer el desarrollo de su trabajo.

Reducida a mínima oficina -a paquetería en opinión de un antiguo cartero- ocurrió igual con la Administración de Hacienda, otro servicio estatal con jurisdicción sobre San Roque y otras poblaciones cercanas. Contrasta esta pérdida de servicios de otras administraciones con los que la municipal ha ido ampliando desde la instauración democrática. 

Conviene resaltar la importancia de Correos ha tenido en la ciudad. Hagamos un poco de historia, aludiendo a lo escrito por el cronista Lorenzo Valverde a mediados del siglo XIX: “En San. Roque está la Caja de Correos y la Casa de Postas. Aquí se reúnen las correspondencias de Ceuta, Tarifa, Algeciras, Los Barrios, Castellar, Jimena, Casares y Manilva. Además del Correo general que se recibe y despacha tres veces cada semana, hay dos Estafetas: de Cádiz, en siete días hay dos correspondencias, y una de Málaga en el mismo tiempo. Hay caballos de alquiler que suelen correr pliegos particulares. De seis a ocho años a esta parte se han establecido en esta ciudad ocho o diez calezas de alquiler y de particulares”.

Cuando Espartero abandonó España y se estableció en Inglaterra, se produjeron las represalias contra sus seguidores. Entre los refugiados en Gibraltar se hallaba el administrador de Correos de San Roque, Jacinto Guerrero.

Lo cierto es que los administradores de correos habían mostrado su adscripción política en más de una ocasión. Ya en las postrimerías del Trienio Liberal, en 1823, en plena guerra civil habían sido asesinados el administrador de Correos, Juan Martínez – acusado de colaborar con los absolutistas- y su esposa.

Y muchos años más tarde, el técnico de Telégrafos y jefe de Correos en época republicana, Alberto Lobit Fernández sería fusilado en noviembre de 1936 por los sublevados.

Huelga de correos

En agosto de 1922 se declaró una huelga general en Correos. La acción no podía sorprender a las autoridades, dada la precaria situación que arrastraba el personal, principalmente los carteros.

Los trabajadores solicitaban el ingreso de los opositores aprobados en 1920, la reunión de todos los expedientes personales, el reconocimiento de los carteros urbanos como funcionarios y la creación de un Ministerio de Comunicaciones.  A ello se unía el decreto que reformaba las Ordenanzas de Aduanas y que afectaba a la inviolabilidad de la correspondencia.  Reivindicaciones que no fueron efectivas hasta la llegada de la II República.

El Gobierno se mostró especialmente duro: disolvió el Cuerpo de Correos, desalojó de las viviendas de titularidad estatal a los empleados que habían secundado el paro y despidió a 428 empleados.

En su informe al Gobierno Militar, la Alcaldía sanroqueña destacaba que el administrador Cristóbal Echever se mantuvo en su puesto durante el conflicto, y el oficial Aurelio Martín Ruiz, desde el primer momento se había adherido al Gobierno. Los carteros eran otra cosa.

 

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