Las tareas de tratamiento con aeronaves siguen a buen ritmo este mes mientras que el ciclo de las orugas lo permita, así como las condiciones meteorológicas relacionadas sobre todo con el viento.
La superficie afectada es de 42.700 hectáreas, en el Parque Natural Los Alcornocales y, en menor medida, en el del Estrecho. Desde el aire está prevista la actuación en alrededor de 27.000 hectáreas, de las que ya se han tratado más de 15.600 hectáreas. En cuanto a los trabajos aéreos, ya se ha actuado en los términos municipales de Alcalá de los Gazules, Jimena y Castellar. En lo que respecta a las tareas terrestres, ya concluidas, se han realizado en los términos de Tarifa y Algeciras.
Tras comprobar la presencia y nivel de incidencia de la plaga de lagarta peluda y, considerando los vientos dominantes, la orografía y la vegetación en la zona, se delimitó una superficie para ser tratada mediante tratamiento con avionetas y, de manera complementaria, de manera terrestre, donde no fuera posible la aplicación aérea. Estas tareas abarcan de manera selectiva áreas forestales en terrenos rústicos y la zona prevista cumple los requisitos de seguridad en el ámbito del uso sostenible de productos fitosanitarios.
Anteriormente se desarrollaron reuniones informativas previas dirigidas a ayuntamientos, propietarios de fincas, empresarios y profesionales en Alcalá de los Gazules y Jerez para informar sobre estos tratamientos.
Para las labores frente a la lagarta peluda se utiliza un fitosanitario biológico (Bacillus thuringensis) ante el riesgo de expansión de la especie en algunas zonas, que permite reducir el impacto sobre otros elementos del ecosistema y es compatible con los requisitos de la agricultura ecológica y con los aprovechamientos apícolas.
Desde hace años se realizan tareas de seguimiento, prevención y control de agentes nocivos de los montes, entre ellos, la lagarta peluda (Lymantria dispar), un insecto muy voraz que puede llegar a consumir las hojas del arbolado y ocasionar considerables daños en las masas forestales cuando se desarrolla en forma de plaga. Este lepidóptero es capaz de incrementar su número y convertirse en plaga en un corto plazo de tiempo y las orugas pueden dispersarse con el viento, circunstancia que favorece la aparición de focos en zonas muy distantes. Por todo ello, se considera fundamental establecer un sistema de seguimiento intensivo que permita anticipar y prevenir esta situación evitando los daños al arbolado y sus aprovechamientos.