Alejandro Onrubia: “Las aves usan mucha información para orientarse, no solo la del campo magnético de la Tierra”

El coordinador de ornitólogos del programa Migres explicará en la Feria de la Naturaleza cómo los pájaros encuentran su camino en sus viajes migratorios de decenas de miles de kilómetros

Juan MIguel León Moriche | Algeciras

¿Cómo llega una golondrina desde Sudáfrica hasta Europa y vuelve a encontrar el nido que dejó aquí el año pasado? ¿Cómo encuentra una pardela cenicienta el camino de ida y vuelta entre un islote del Mediterráneo y la costa de Norteamérica en un viaje que le lleva por la desembocadura del Amazonas y la costa africana? Para dar respuestas a estos y otros interrogantes hablará Alejandro Onrubia en la próxima edición de la Feria de la Naturaleza que se celebra en Algeciras, en el tercer fin de semana de marzo. Encontrando el camino es el título de la conferencia que Onrubia, biólogo y submarinista científico, pronunciará el sábado 19, por la tarde, en la tercera edición de la feria que se celebra en los alojamientos rurales de Huerta Grande, con motivo del comienzo de las migraciones de las aves y cetáceos por el Estrecho de Gibraltar. Alejandro coordina desde hace nueve años el equipo de ornitólogos que la Fundación Migres, organizadora de la feria, tiene en su base de estudio permanente de Algeciras.

¿Puedes avanzarnos algo de lo que vas a exponer en tu intervención en Huerta Grande?

Voy a explicar cómo se las arreglan las aves para orientarse en sus migraciones desde una punta a otra del planeta, cómo hacen para encontrar su camino y llegar a los sitios con una precisión tan tremenda. Es un campo de estudio en el que se ha avanzando mucho últimamente y voy a explicar cuáles son las novedades, qué es lo qué se sabe actualmente de todo esto. Hay que tener en cuenta que las aves van por el mundo sin GPS ni Google earth y hacen viajes de miles de kilómetros para llegar a su destino. Es algo que produce admiración, pero que cada día vamos conociendo mejor aunque existen todavía muchos interrogantes.

¿Cuáles son los mecanismos más habituales para orientarse que usan las aves?

Las aves son capaces de integrar información, que toman de distintas fuentes y con distintas formas, que les sirve para tomar sus decisiones. Es conocido que usan el campo magnético de la Tierra para detectar donde está el Norte y así orientarse. Pero no es sólo que sean sensibles a los campos magnéticos gracias a una zona del cerebro a la que les llega la información a través de uno de los ojos o procedente del pico… Lo que se está investigando es cómo integran esa información con otra que obtienen de su observación de la bóveda celeste, de las estrellas, de la posición del Sol, de la orografía del terreno, o la que les llega por los olores. Vamos a hablar de cómo usan toda esa información para orientarse y volar, para saber que están en una parte del mapa, que quieren llegar a otra, y para decidir cuál es el mejor camino para conseguirlo.

¿Cuáles son las aves más viajeras, las que hacen los trayectos más largos en sus migraciones?

En general las aves marinas, pero quizás podríamos destacar a la pardela cenicienta. Es un ave que cría en islotes del Mediterráneo y después de reproducirse atraviesa el Estrecho, baja por el Atlántico junto a la costa de África, luego cruza hasta América, a la altura de la desembocadura del Amazonas o del Río de la Plata. Más tarde cruza otra vez hacia Sudáfrica y vuelve a cruzar el Atlántico para llegar a las costas de Norteamérica antes de volver al Mediterráneo. Hace como un gran ocho entre las costas de África y América y puede volar entre 15.000 y 20.000 kilómetros en cada migración anual. Salen del Mediterráneo en octubre y regresan en marzo o abril. Es una ruta parecida a la que hacen los veleros que compiten en la regata de la Ocean Race y siguen unas especies de autopistas marcadas por los vientos dominantes en el Atlántico.

¿Y cómo consiguen orientarse las pardelas en estos viajes?

Pues en su caso no son los campos electromagnéticos, sino el sentido del olfato el que las guía. Son muy sensibles al olor que se desprende de la actividad de un tipo de fitoplacton abundante en el Atlántico. Sabemos que no dependen de los campos magnéticos porque se les han colocado imanes en las alas para despistarlas y no se ha logrado, han hallado el camino correcto. La actividad del fitoplacton genera unos componentes químicos en el aire que las aves detectan. El animal va memorizando los movimientos y los desplazamientos y en cada momento sabe que va en una dirección o en otra. Esa información la integran, la memorizan y luego saben desandar el camino guiándose por ese mismo olor.

¿Puedes poner algún ejemplo de aves que sí usan los campos magnéticos?

Las más conocidas son las golondrinas, pero también las currucas, los petirrojos o los mosquiteros. Las golondrinas vienen desde el Norte y el centro de Europa, cruzan el Estrecho y bajan hasta Sudáfrica. Usan su capacidad para percibir el campo magnético de la Tierra, pero también están atentas a la posición del Sol, o a los accidentes del terreno y a la línea de la costa. Con todos esos elementos van calibrando sus opciones y eligen la ruta que más les convenga en función de las circunstancias. Si el día está nublado no pueden usar el Sol para orientarse y recurren a otras alternativas.

La gente de Tarifa sabe que hay pájaros que pasan todos los años por el mismo sitio, que hay como carreteras o corredores aéreos, a veces muy cercanos a tierra que las aves usan un año tras otro.

Sí, eso es cierto. Hay verdaderos caminos hechos. Se ve muy fácilmente en el caso de los fringílidos, los jilgueros, los verderones. Vienen bordeando la costa hasta que llegan a la Isla de Tarifa y es cuando cruzan. A veces, en el caso de que sean ejemplares jóvenes que van a cruzar por primera vez en su vida les ha ocurrido que tras pasar por la isla han seguido la línea de la costa hacia el noroeste, hasta que se dan cuenta de que ése no es el camino. Entonces se detienen, empiezan a volar en círculos y corrigen el rumbo para cruzar el estrecho. Es un espectáculo verlos hacer eso.

¿Puede la contaminación electromagnética afectar a la capacidad de orientación de las aves?

Sí, eso ya está demostrado. La proliferación de antenas de telefonía móvil, repetidores de televisión, los sistemas de comunicación sin cable provocan una gran cantidad de ondas electromagnéticas que interfieren y alteran la capacidad sensorial de las aves. La revista Nature ya publicó el año pasado un estudio que confirmaba que la contaminación electromagnética de nuestra civilización desorienta a las aves en sus migraciones.

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