Quienes claman contra esta masacre que incorpora una hambruna provocada y calculada por los invasores, son tachados de antisemitas o de apoyar al terrorismo de Hamas, la organización que el propio Israel financió para enfrentarla a la Autoridad Palestina.
Los actos terroristas de Hamas merecen toda condena, pero el terrorismo de estado ejercido por Tel Aviv, siempre amparado por Estados Unidos, ha roto todos los esquemas.
El gobierno de extrema derecha israelí ha anunciado un paso más con la anunciada ocupación de Gaza.
Ante este crimen Europa ha sido incapaz de dar una respuesta común, suspendiendo el Acuerdo de Asociación con el estado israelí. Alemania sigue arrastrando los prejuicios del holocausto nazi contra el pueblo judío. Por su parte, Hungría con el primer ministro Viktor Orbán, apoya abiertamente a Israel y recibió a Netanyahu, contra quien pesa una orden de detención por crímenes de guerra dictada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Incluso en el mundo árabe, donde la falta de una posición sólida y hasta el silencio ante la devastación palestina es más que significativa. Por ejemplo, el vecino Marruecos tiene en el gobierno israelí, uno de sus socios más firmes en Oriente Medio. Tel Aviv, a la par que Washington, son piezas fundamentales en la carrera armamentística emprendida por Rabat.
En medio de este escenario de horror algunos gobiernos, entre ellos el español, han demostrado mayor determinación, y a nivel popular la indignación y la protesta han ocupado calles de medio mundo.
Israel seguirá asesinando mediante plomo y hambre al pueblo palestino mientras no haya una acción uniforme internacional decidida y potente. Ello no ocurrirá con un presidente norteamericano como Donald Trump, tampoco con una Unión Europea dividida. ¿Cuál es la salida entonces? Urge detener la matanza y destrucción que reúne todos los elementos del genocidio.
Crimen y deshonor israelí
Frente a una opinión pública manipulada hay voces dentro de Israel que valientemente se alzan contra la barbarie.
La muerte del periodista palestino Anas al Sharif (240 reporteros han muerto en Gaza) y de otros cinco conpañeros a manos del ejército hebreo fue calificado de asesinato por el diario israelí Haaretz, a quien Netanyahu trata de asfixiar económicamente por las críticas a su política.
De otro lado, las manifestaciones pidiendo el final de la guerra y la vuelta de los secuestrados que todavía mantiene Hamas, han ido en aumento, la última reunió a más de cien mil personas en Tel Aviv.
Contra el plan de ocupación total de Gaza se ha manifestado la oposición e incluso el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich y el jefe del Ejército, Eyal Zamir.
Asimismo, una treintena de intelectuales han pedido sanciones para su país si no se antepone un acuerdo de paz que ponga fin a la masacre.
Asociaciones nacionales como B´Tselen y Médicos por los Derechos Humanos han calificado la acción de Israel como “Nuestro genocidio”. Y la israelí-palestina Standing Together también ha mostrado su oposición ante “una visión mesiánica de ocupar Gaza y construir asentamientos allí”.
Hasta se ha dado el caso de que un grupo de israelíes marcharon hacia la Franja de Gaza bajo el lema “Rompan el cerco. Palestina Libre”.
La última de estas acciones fue protagonizada por un grupo de jóvenes que interrumpió la emisión del Gran Hermano israelí, obligando al corte del programa.
Al pueblo israelí más limpio y más lleno de humanidad corresponderá salvar a su país de la ignominia. De lo contrario, como ocurrió con la mayor parte del pueblo alemán durante el nazismo, será cómplice del diario baño de sangre cometido contra la población palestina.
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