Un centro del mundo y un mundo de posibilidades… por ahora

Hace décadas, desde el punto de vista económico, se comparó a la bahía de Algeciras con un solar sin edificar, en el centro de la mejor avenida de Nueva York, pero hoy la situación ha cambiado y el conjunto Estrecho-Bahía, a causa de sus ventajas y de los esfuerzos humanos realizados, es motor de una de las zonas económicas más potentes del sur de Europa y norte de África.

Carlos Gómez de Avellaneda Sabio. Miembro del Instituto de Estudios Campogibraltareños y de la Asociación La Trocha para la Defensa del Patrimonio Cultural

Hace décadas, desde el punto de vista económico, se comparó a la bahía de Algeciras con un solar sin edificar, en el centro de la mejor avenida de Nueva York, pero hoy la situación ha cambiado y el conjunto Estrecho-Bahía, a causa de sus ventajas y de los esfuerzos humanos realizados, es motor de una de las zonas económicas más potentes del sur de Europa y norte de África.

Un espacio físico-económico se forma por existencia de unos condicionantes geográficos que modelan el entorno natural, marco de la actividad humana a lo largo de la historia, a los que se une la firme voluntad de acción de aquellos emprendedores dispuestos a su aprovechamiento para generar riqueza. En este sentido, la bahía de Algeciras es uno de los centros geográficos del mundo, al coincidir aquí el eje norte-sur entre dos continentes y el eje este-oeste entre dos mares, formando un centro geopolítico bautizado como Cruz del Mundo por un cronista del siglo XIV.

Algeciras existe por su función puerto, utilidad adaptada ante diversas circunstancias y momentos. Así, es base de suministros a Ceuta y control del contrabando desde 1721, apostadero marítimo de fuerzas navales en 1779-1808, conexión con el protectorado de Marruecos desde 1906 a 1956, primer puerto exportador de corcho en los años 20, puerto militar de importancia estratégica en 1936-39, puerto pesquero de gran importancia, rival de Vigo en los años 50, fondeadero para recalada de trasatlánticos en los 60, así como de petroleros, principal paso del Estrecho desde los años 70 hasta la actualidad y puerto de contenedores en constante ascensión (primero del Mediterráneo y quinto de Europa). Faceta sin cubrir por ahora es el tráfico de cruceros, pese a los atractivos turísticos del entorno. Paralelamente, la bahía acoge el mayor polo de concentración industrial de Andalucía y el segundo de España, con notable acumulación de empresas.

Hoy la incompleta red de comunicaciones pone en peligro el actual desarrollo al ser imprescindible lograr cuanto antes la conexión ferroviaria con los corredores Central y Mediterráneo, siendo también necesario un tren suburbano entre Algeciras y La Línea, permitiendo acceso fácil a polígonos industriales y zonas lúdico-comerciales. Si se logran estas justas mejoras, el auge de puerto y comarca será tal, que en futuro no muy lejano sería necesario retomar los estudios del ferrocarril Cádiz- Málaga, así como de una línea entre la bahía y Sevilla.

Ha de continuarse la autovía Cádiz-Algeciras, interrumpida en Vejer, sin olvidar la necesaria reforma de la carretera que une la bahía con Ronda.

También se ideó un aeropuerto en los Llanos de Barría, entre Castellar y Jimena, postergado ante la última crisis económica.

Es un suicidio económico el no prestar la máxima ayuda a esa dinámica locomotora formada por puerto e industrias comarcales, pues las ganancias generadas beneficiarían a otras zonas, potenciando impresionantes posibilidades de crecimiento.

Hoy hemos de unir esfuerzos en la misma dirección, mañana sería tarde y otras zonas más despiertas ocuparán nuestro lugar en el mundo económico.

Reportaje publicado la revista Magazine Empresarial del Campo de Gibraltar-Impulsa. Año 2. Núm. 2. Noviembre de 2020.

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